La moneda de Nicaragua, el Córdoba, es llamada así desde 1912 en memoria de Francisco Hernández de Córdoba
(Granada, España, 1475 - León, Nicaragua, 1526) conquistador español, Capitán y Jefe de expedición
a las órdenes de Pedrarias Dávila.
En 1523 fue enviado a la
zona de costa del Pacífico de lo que hoy es Nicaragua, donde
fundó las ciudades de Granada, en la ribera sur-oriental del lago Cocibolca o Gran Lago de Nicaragua a los pies del volcán Mombacho conocida como la
"Gran Sultana" por su parecido morisco y andaluz a la ciudad española
del mismo nombre y León (anterior a la actual León), en la costa occidental del lago Xolotlán o lago de Managua a
los pies del volcán Momotombo, la cual tiene
más apariencia de ciudad castellana y que durante mucho tiempo León fue la capital de
Nicaragua, además siempre se le ha considerado la sede intelectual de la nación
nicaragüense, con una universidad fundada a principios del siglo XIX.
Hernández de Córdoba a su vez luchó contra Cristóbal de Olid con el
apoyo de Hernán Cortés, que consideró a Olid en rebeldía. Hernán Cortés
olvidaba características físicas de sus colaboradores con frecuencia, por lo
que mantenía un pequeño retazo de cuero con los nombres grabados con las
descripciones fisonómicas relevantes de cada uno de sus enviados. Hernández de
Córdoba era, "el de la nariz
grande y las preguntas redundantes".
Ya en tierras de
Nicaragua, libró varias batallas contra los indígenas que opusieron resistencia
a los invasores, entre ellas la famosa batalla que tuvo lugar en mayo de 1524, en la provincia de los maribios,
situada entre las actuales poblaciones de León y Chinandega, y conocida
como “la batalla de los Desollados”, los indígenas se
cubrieron con la piel de indios e indias viejos para espantar a los españoles,
sin lograrlo.
Con él se inició el
tráfico de indios entre Nicaragua y Panamá, donde los indios de Nicaragua eran
vendidos como esclavos.
Hernández
de Córdoba pretendió desvincularse de la autoridad de Pedrarias Dávila y
erigirse en gobernador de las tierras que había descubierto. Pero tras perder
el apoyo de parte de sus hombres y de Cortés, se vio obligado a rendirse.
Pedrarias Dávila lo mandó decapitar en la ciudad de León en 1526.
La cabeza de Hernández de Córdoba fue clavada en una estaca, estando
varios días expuesta a la vista de la población de León para luego ser retirada
y colocada en una de las calles más concurridas de la ciudad a manera de farol,
con una vela encendida desde dentro del cráneo para alumbrar a los nobles
transeúntes.
Los restos de Hernández fueron descubiertos en el año 2000 junto a los de Dávila en el presbiterio de la iglesia de la Merced de León. Ambos fueron sepultados en el Memorial
de los Fundadores,
construido en ese mismo año en un sector de su antigua plaza mayor. Los restos
de Hernández de Córdoba fueron honrados con 21 cañonazos por parte del Ejército de Nicaragua y sepultados en el lugar de honor del Memorial,
bajo su propia estatua, traída de la antigua Catedral de Managua. Los restos de Dávila fueron sepultados a los
pies del anterior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario